Fomentar la escritura creativa desde edades tempranas impulsa y desarrolla el aprendizaje de la lengua, desde la amplitud de vocabulario al conocimiento de la estructura y formas que constituyen el idioma. Promueve el gusto por la lectura y acerca géneros y autores literarios.
Junto a la mejora cognitiva, promueve la atención, la memoria, la comprensión, la creatividad, la concentración, la imaginación, el trabajo colectivo…
Organizar un taller de escritura creativa para niños y adolescentes es una provechosa opción extraescolar. Ya sea en el propio colegio o fuera de él (biblioteca, centro cultural, casa de la juventud, librería…), se necesita primordialmente una sala con mesas y sillas y material de escritura.
La edad recomendada para empezar está en torno a los 8-9 años, cuando el alumno ya se desenvuelve correctamente por escrito. A la hora de formar los grupos del taller atendiendo a la edad, una buena opción sería reunir niños y niñas de entre 8 y 12 años, y formar otro a partir de 13 años. En cuanto al número de integrantes por grupo, entre 4 y 8 sería lo ideal para aprovechar cada sesión al máximo. Tengamos en cuenta que, una vez hechos los ejercicios de escritura, cada cual tiene que ponerlo en común con los demás, compartir comentarios y críticas constructivas que le ayuden a mejorar. La periodicidad del taller es otro elemento a tener en cuenta: una vez por semana o, como mucho, cada quince días es lo aconsejable para no dejar que los pequeños pierdan interés y compromiso.
Por supuesto, un coordinador o coordinadora será quien se encargue de decidir esto, además de elegir los temas y ejercicios, siempre teniendo en cuenta el tipo de alumnos que le van a acompañar en la aventura creativa y, más adelante, también sus preferencias y gustos. Si a un determinado grupo le atrae más un género, por ejemplo, el terror, el misterio o la fantasía, sería fabuloso aprovechar su entusiasmo.
Ideas para empezar
Hay varios elementos imprescindibles en toda creación literaria que deben encontrar su sitio a lo largo del taller: trama, personajes, voz narrativa, ambientación, diálogos…
Sin embargo, una buena manera de romper el hielo para iniciar a los jóvenes creadores consiste en usar sugerencias que despierten su imaginación y ganas de expresarse:
- Proponer una oración que dé comienzo al relato. Algo tan sencillo como ‘Una mañana de verano…’; ‘La luz se apagó y…’; ‘Durante mis últimas vacaciones…’; ‘El coche apareció tras la esquina…’.
- Sugerir ciertas palabras (lluvia, rojo, perro, calcetín, etc.) que deben incluirse en un texto de determinadas líneas.
- Utilizar un tema de la vida diaria y describirlo: cómo llega a la escuela, cómo es su habitación, qué hace durante el recreo, a qué dedica las tardes, cómo es su mascota, si tiene algún lugar favorito…
- Tomar una historia conocida por todos, un cuento popular, una tira cómica o un refrán, por ejemplo, y escribir una variante. El coordinador también puede seleccionar un texto breve, que leerá en voz alta, antes de sugerirles que escriban una continuación.
- Leer un poema en voz alta y pedirles que describan qué les sugiere.
- Realizar un autorretrato con palabras.
- Mostrarles fotografías o dibujos de paisajes, animales, personas… puede resultar una interesante fuente de inspiración que cree conexiones entre lo que ven, lo que sienten y lo que imaginan antes de plasmarlo en el papel.
- Realizar una salida a un parque, la playa, una biblioteca o un museo. Cada alumno irá anotando lo que ve y otros pareceres en una libreta que, más tarde, utilizará para escribir una redacción personal sobre la visita.
Ejemplos de actividades
A continuación describiremos otros ejercicios y juegos de creación literaria para poner en práctica según avance el taller:
- Circuito: Cada alumno escribirá una frase en un papel que entregará a su compañero de la derecha. Contarán con un minuto para escribir una continuación con cada hoja que le pasen, y así hasta que la primera llegue de nuevo a sus manos. Después, cada uno tendrá cinco minutos para corregirla y darle un final adecuado.
- Títulos: Se reparte una hoja con veinticinco títulos posibles para una historia. Cada niño o niña escogerá uno, a partir del cual debe describir a los personajes que aparecerán en la historia y el lugar de los hechos. A continuación, escribirá una breve historia en la cara de un folio con dichos elementos.
- Acróstico. Se propone una frase que utilizarán como acróstico, usando cada una de las letras iniciales como principio de nuevas frases que conformen una historia con sentido.
- Diálogos: Describir la conversación entre dos personas que se encuentran fortuitamente tras muchos años sin verse (eligiendo diferentes lugares para cada alumno). Una variante sería entre dos personas que acaban de conocerse.
- Palabras feas: Cada alumno dirá tres palabras que no le gustan, que el coordinador irá anotando. Una vez hecho esto, se creará un cuento colectivo entre todos (cada cual creará una frase) en el que dichas palabras tendrán un valor positivo.
- Diccionario: Con un diccionario a mano abierto al azar, cada integrante del grupo elegirá dos palabras desconocidas o raras. Se anotará cada una de ellas junto a su significado. Después, se creará una breve historia que incluya al menos seis de las palabras apuntadas entre todos, las cuales deben aparecer en un contexto comprensible.
- Caja mágica: El responsable del grupo prepara una caja cerrada con palabras de todo tipo (nombres, verbos, adjetivos…) recortadas en papel en su interior. Cada alumno introducirá la mano y sacará cuatro con las que tendrá que escribir dos oraciones. Al final, se juntarán las ideadas por todos procurando crear un micro cuento con sentido.
- Collage: Se usarán revistas o folletos publicitarios para recortar veinticinco palabras cada uno/a con las que crear un fragmento con significado.
- Otro final: Los participantes escogerán su cuento clásico o popular favorito y tendrán que escribir un final alternativo al conocido por todos.
- Viaje en el tiempo: El responsable preguntará a cada uno/a en qué época les hubiera gustado vivir y quién hubieran querido ser. A partir de lo cual, escribirán un breve relato que lo describa.
El coordinador puede compartir con ellos esquemas o gráficos con diferentes opciones para describir personajes (estatura, cabello, ojos, complexión, marcas, ropa…), lugares (casa, granja, bosque, castillo…) y ambientación (noche, día, soleado, tormenta, nieve…). Asimismo, la persona responsable ha de animarles a leer sus creaciones, compartir puntos de vista, aceptar la crítica con afán de mejorar.
No debe pasar por alto el aspecto lingüístico del taller, corrigiendo errores e instruyendo sobre las múltiples posibilidades de la lengua (adjetivos, verbos, utilización de adverbios, la acentuación, la sintaxis, etc.), siempre teniendo en cuenta la edad y el nivel de conocimientos de los integrantes de cada grupo. Por último, no está de más preguntar de vez en cuando qué les gustaría mejorar de cada sesión, qué echan en falta, qué temas o textos les gustaría tratar, si existe algo que les resulte confuso o demasiado complicado.
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